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En África mitigan el cambio climático a la vieja usanza

January 14, 2016
Source
IPS-Inter Press Service

OAKLAND, Estados Unidos, 14 ene 2016 (IPS) - Millones de agricultores africanos no necesitan adaptarse al cambio climático, ya lo hicieron gracias a la agroecología, basada en prácticas y saberes tradicionales que, además, permiten garantizar la seguridad alimentaria.

Como muchas comunidades en África, las de las Tierras Altas de Gamo, en Etiopía, están bien preparadas para las variaciones climáticas. La gran biodiversidad del área, la base de su sistema agrícola que les permite adaptar sus prácticas agrícolas con facilidad a las variaciones del clima.

La comunidad gamo también está acostumbrada a gestionar el ambiente y los recursos naturales de forma adecuada y sostenible, arraigada en sus costumbres y conocimientos tradicionales, lo que la vuelve resiliente a las inundaciones y a las sequías.

No se conocen estos casos exitosos porque quedan enterrados bajo la retórica del discurso favorable a un desarrollo basado en un cóctel destructivo de ignorancia, codicia y neocolonialismo.

Los sistemas agrícolas ancestrales suelen ser considerados como arcaicos por los gobiernos centrales, pero tienen mucho que enseñar al mundo, en especial frente a los desafíos planteados por el cambio climático y la inseguridad alimentaria.

A partir de los conocimientos indígenas, agricultores de todo el continente lograron acumular un montón de experiencias e innovaciones exitosas en materia agrícola. Estos esfuerzos se desarrollaron de forma consistente en las últimas décadas tras las sequías que impactaron a muchos países en los años 70 y 80.

En Kenia, el sistema de agricultura biointensiva se diseñó en los últimos 30 años para ayudar a los pequeños agricultores a cultivar la mayor cantidad de alimentos en las tierras más pobres y con un mínimo de agua.

Unos 200.000 agricultores keniatas, que alimentan a cerca de un millón de personas, adoptaron la agricultura biointensiva, que les permite utilizar hasta 90 por ciento menos de agua que con la alternativa convencional.

La agricultura biointensiva también les permite comprar entre 50 y 100 por ciento menos de fertilizantes, gracias a un conjunto de prácticas agroecológicas que suministran mayor materia orgánica al suelo, la casi continuidad de la cobertura de tierras cultivadas y una fertilidad adecuada para la buena salud de las plantas y las raíces.

La región del Sahel, en la frontera del desierto del Sahara, es conocida por sus duras condiciones ambientales y la amenaza de la desertificación. Lo que no se conoce tanto es el enorme éxito de las acciones adoptadas para frenar el avance de las tierras áridas, recuperar las tierras y el sustento de sus agricultores.

Lanzado en los años 80, el Proyecto de Desarrollo Rural Keita, en Níger, demoró unos 20 años en recuperar el equilibrio ecológico y mejorar de forma drástica la economía agraria en la zona.

En ese lapso, se plantaron unos 18 millones de árboles, la superficie bajo el bosque aumentó 300 por ciento, mientras la estepa con arbustos y las dunas disminuyeron 30 por ciento. Además, las tierras cultivables se expandieron en alrededor de 80 por ciento.

En África mitigan el cambio climático a la vieja usanza

Frédéric Mousseau. Crédito: Cortesía del autor

En toda la región, un gran número de proyectos utilizaron soluciones agroecológicas para restablecer las tierras degradadas y ahorrar los escasos recursos hídricos, al tiempo que aumentar la producción de alimentos y mejorar la resiliencia y el sustento de los agricultores.

En Tombuctú, en el norte de Malí, el Sistema de Intensificación del Arroz logró resultados sorprendentes, con una producción de nueve toneladas de este cereal por hectárea, más del doble de lo que permiten los métodos convencionales, al tiempo que se pudo ahorrar agua y otros insumos.